Entre el 18 y el 22 de enero del 2005, expertos en la gestión de riesgo de desastres se reunieron en Hyogo, Japón para una conferencia mundial sobre la reducción de los desastres. Fue una fecha coyuntural. Solamente días antes el tsunami de Sumatra había arrasado las costas del océano índico. La pérdida de 250.000 vidas en ese desastre, o en igual magnitud en el terremoto de Haití, indica que los desastres 'naturales' siguen siendo, junto con los conflictos bélicos, los más impactantes episodios para la humanidad.
La búsqueda de respuestas adecuadas para enfrentar estos episodios es algo que comparten los desastres naturales con otros riesgos que enfrentamos en lo cotidiano, tales como accidentes de tránsito, y enfermedades relacionadas con el tabaco, obesidad o malnutrición, calidad del aire y del agua. En este sentido los desastres naturales no son excepcionales entre el panteón de los riesgos contemporáneos.
Para los desastres 'sociales' mencionados arriba, el sociólogo alemán Ulrich Beck plantea el concepto de la sociedad de riesgo. La sociedad de riesgo se refiere a los nuevos desafíos que la modernización genera como consecuencia de la propia creatividad humana. Estos incluyen los impactos asociados con el motor de combustión, materia nuclear, químicos sintéticos y armas de destrucción masiva, entre otros. De este modo, los riesgos no desaparecen con la modernidad, sino que se van cambiando. Estos riesgos manufacturados ahora acompañan los riesgos naturales en el panteón de riesgos contemporáneos. Beck observa que esta sociedad de riesgo requiere una 'modernización reflexiva' frente a estos desafíos, o sea la capacidad de entender estos riesgos y responder eficazmente a ellos, reduciéndolos a través de decisiones y respuestas adecuadas. Por supuesto, el primer paso en este proceso de reflexión es el proceso de concientización frente a estos riesgos y sus causas, y no solamente la gestión de sus impactos.
Aunque los riesgos comparten la misma lógica: Riesgo (R) = Amenaza (A) x Vulnerabilidad (V), existe una gran diferencia entre los riesgos (R) naturales y los manufacturados. Para las amenazas naturales, no tenemos la capacidad de reducción de la amenaza misma, solamente podemos reducir la vulnerabilidad a través del aumento en la capacidad adaptiva de la sociedad. En el caso de los riesgos manufacturados, la posibilidad de erradicar la amenaza existe, por ejemplo, en el caso de los gases de efecto invernadero y el cambio climático. Sin embargo, los riesgos comparten mucho en el sentido que requieren respuestas adecuadas, también que su comprensión –la fuente de las respuestas- sea parte de un proceso de aprendizaje adaptivo y continuo.
Para ejemplificar la importancia del proceso de aprendizaje adaptivo, vuelvo a Hyogo y su relevancia para reflexionar en torno a los desastres ocurridos a raíz del terremoto y maremoto en el sur de Chile el 27 de febrero 2010. La reunión de Hyogo surgió como una actualización de la conferencia sobre la reducción de desastres naturales en Yokohama en 1994. El Plan de Acción de Yokohama identificó la importancia de los conocimientos y las prácticas, y la colaboración para evitar los desastres; también se hizo la observación de que son los grupos socio-económicos más vulnerables los que sufren más como consecuencia de este tipo de catástrofe, y por eso es que los desastres son claramente relacionados con el desarrollo sustentable. El punto 5 del Plan identifica que: la información, los conocimientos y parte de la tecnología necesaria para reducir los efectos de los desastres naturales podrían estar disponibles a bajo costo y deben ser aprovechados. No hay mención de la planificación per se, pero está implícita en todos los puntos del documento. Tal vez lo más importante que surge del documento es el énfasis en la capacidad humana e institucional, por ejemplo, en el punto 6 se menciona: "Habría que fomentar la participación activa de la comunidad para comprender mejor la interpretación individual y colectiva de las ideas de desarrollo y riesgo y para entender claramente características culturales y de organización de cada sociedad, así como de su comportamiento y su interacción con el medio físico y natural."
Hyogo sigue en la misma línea con una identificación de las deficiencias en la aplicación del Plan de Acción de Yokohama y las necesidades correspondientes. El Marco de Acción de Hyogo identifica prioridades de acción 2005-2015 para generar un mayor grado de resiliencia frente a estos riesgos. Estas se reducen a cinco: 1. Velar por que la reducción de los riesgos de desastre constituya una prioridad nacional y local dotada de una sólida base institucional de aplicación. 2. Identificar, evaluar y vigilar los riesgos de desastre y potenciar la alerta temprana. 3. Utilizar los conocimientos, las innovaciones y la educación para crear una cultura de seguridad y de resiliencia a todo nivel. 4. Reducir los factores de riesgo subyacentes. 5. Fortalecer la preparación para casos de desastre a fin de asegurar una respuesta eficaz a todo nivel.
En el caso de los desastres chilenos del 2010, es evidente que la lista es muy apropiada y relevante. Mientras que hay que aplaudir los avances generados en estándares de construcción y las 'muertes evitadas' en relación al último terremoto, los elementos pendientes siguen siendo identificados como prioridades de acción en Hyogo. Es evidente que la planificación para los riesgos, tanto los naturales como los manufacturados, implica un proceso de aprendizaje continuo. Como tal, es solamente a través del conocimiento y la creación de una gobernanza adecuada y amplia que se puede planificar en este sentido. Más bien es una planificación 'soft' – de capital humano e institucional – más que una planificación técnica, 'hard' – de ciencias y modelaciones complejas de planes expertos y de hormigón, aunque son claramente dos lados de la misma moneda. Es más importante la reflexividad generada frente a los riesgos que la reconstrucción inmediata en el largo plazo. En el mismo sentido que los códigos de construcción fueron una respuesta importante a desastres previos, fue la respuesta social de huir a los cerros, un elemento vital en la reducción de pérdidas humanas. El riesgo había sido socializado con una respuesta 'popular' (personas realizando acciones relevantes de iniciativa propia, sin la dirección de entes estatales). Esta respuesta, por lo tanto, no fue ni científica ni basada en infraestructura reciente, fue producto de un proceso de aprendizaje adaptativo y socializado entre los habitantes costeros. Marcó una lógica de reflexividad y de planificación suave, consecuencia de un proceso de generación de conocimientos y de comunicación social.
Sin disminuir la importancia de la planificación convencional, de planes, de zonificación, de infraestructura, de reconstrucción, etc., lo que muestra Hyogo es el rol de una planificación complementaria que se convierte en el sine qua non de la planificación frente a los riesgos, y efectivamente la base para la planificación dura. Al posicionar los riesgos en cuadrantes en torno a los ejes naturales-manufacturados y los episódicos – graduales, se puede identificar que los riesgos son multi-dimensionales y cambiantes, pero comparten este factor social de concientización y aprendizaje adaptativo. La modernidad reduce algunos, genera otros, de ahí la importancia de la reflexividad. En el caso chileno, esta reflexividad requiere no solamente una revisión de la institucionalidad existente, de su financiamiento y de un análisis objetivo de las vulnerabilidades persistentes en la sociedad (los factores de riesgo subyacentes). Requiere además de la creación de una cultura de seguridad y de la generación de resiliencia, producto de un proceso de planificación suave, asociado con la educación, mayor comprensión de los conocimientos científicos y populares, e innovaciones sociales y técnicas como respuestas en el fortalecimiento de la capacidad adaptiva. Lo interesante es que estas necesidades son igual de relevante para un terremoto-maremoto como para los desastres que se proyectan producto del cambio climático. El aprendizaje continuo y adaptativo está en el centro de esta conciencia asociada con la sociedad de riesgo (natural y manufacturado).
Los 1990s fueron declarados por la ONU la Década para la Reducción de Desastres Naturales. Hoy en día estamos dentro de la Década de Educación para el Desarrollo Sustentable de la UNESCO (2005-2014). Las prioridades de Hyogo (2005-2015) acompañan este proceso e indican que la raíz de la planificación frente a los riesgos que nos rodean se encuentra en la educación para la adaptación continua: el aprendizaje adaptativo.
Jonathan Barton, Miembro Asociado del Centro de Cambio Global UC.