Copenhagen ya pasó y desgraciadamente no pasó casi nada. A pesar del creciente consenso entre los científicos (e incluso entre los políticos) acerca de los peligrosos impactos del cambio climático, no se está actuando.

Estamos en presencia del dilema conocido como la tragedia de los comunes, una situación en la cual el interés particular de las partes termina por destruir un recurso compartido, aun cuando no es del interés de las partes que tal destrucción suceda. A falta de un acuerdo global de los gobiernos para tomar medidas que disminuyan la emisión de gases de GHG (Green House Gases – gases de efecto invernadero), en particular del dióxido de carbono, ¿estamos condenados a ver como el cambio climático ocurre?

Desgraciadamente este es un escenario probable, aunque hay algunas señales alentadoras, ya que hay sectores industriales globales, en que por presiones de sus "stakeholders", están empezando a percibirse reacciones positivas, en que las empresas están preparándose para operar en un mundo en que las emisiones son limitadas.

Esta respuesta no es uniforme, variando entre países y sectores industriales y ha ido cambiando en el tiempo. Así lo muestran diversos estudios sobre la respuesta corporativa a los intentos de disminuir la emisión de GHG, realizados en distintos centros de investigación sobre el cambio climático publicados en los últimos años (ver Dunn, 2002; Begg et al., 2005; Kolk and Pinkse, 2005; Pinkse, 2007; Jesmani, Wehrmeyer & Mulugetta, 2008).

Los estudios iniciales se enfocaron principalmente en las actividades de grandes corporaciones multinacionales. De ellos se desprende que inicialmente, las grandes compañías industriales internacionales se resistían a controlar las emisiones de GHG, cuestionando la evidencia científica. Esto era particularmente evidente de la postura de las petroleras. Sin embargo, el creciente conocimiento sobre el tema y la creciente preocupación en la sociedad por el impacto del cambio climático, con los consecuentes cambios regulatorios a nivel nacional, ha llevado a muchas de las corporaciones globales a cambiar su postura e iniciar acciones para reducir sus emisiones de GHG, aunque la mayoría de estas empresas están en una fase preliminar en su accionar. Ello es alentador y debiera ser una conducta creciente.

El estudio de Jesmani et al., publicado en Business Strategy and the Environment (Bus. Strat. Env. 18), investiga las respuestas de compañías de menor tamaño contrastando las respuestas en un país desarrollado y en un país emergente, lo que le da un valor de novedad y nos permite por inferencia entender la situación en que pueden estar las empresas en nuestro país.

Los autores analizan nueve sectores industriales que son usuarios intensivos de energía y emisores fuertes de gases de efecto invernadero, comparando las respuestas frente a la amenaza del cambio climático en una muestra de 108 empresas en el Reino Unido y de 72 empresas en Pakistán.

Siguiendo una tipología en que clasifican a las empresas como "indiferentes", "principiantes", "emergentes" o "activas" en sus respuestas al cambio climático, según un conjunto de indicadores gerenciales y operacionales, los autores llegan a la conclusión que hay diferencias significativas por país, sector industrial, tamaño de la empresa y tipo de propiedad. Más del 75% de las compañías pakistaníes podían ser categorizadas como "indiferentes" o "principiantes", en tanto, solo el 30% de las empresas encuestadas en el Reino Unido respondían a estas dos categorías. Cerca del 40% de las empresas del Reino Unido eran "emergentes" y el 30% restante eran "activas". Por otra parte, solo el 15 y 5% de las firmas pakistaníes caían en estos dos grupos.

La mayoría de las empresas del Reino Unido categorizadas como indiferentes o principiantes eran empresas pequeñas y no reguladas. En general, solo tres stakeholders (los Dueños, la Gerencia y los Reguladores aparecen como teniendo una influencia fuerte sobre las respuestas de las empresas. Los demás stakeholders (Clientes, ONG's, etc.) aparecen teniendo poca influencia.

Para evitar la amenaza que representa el cambio climático, se requiere la reducción de emisiones de GHG en gran escala y en un tiempo relativamente breve. En ausencia de regulaciones globales que obliguen a las industrias a actuar, es de esperar que la presión de los otros stakeholders, en particular de los clientes, lleve a las empresas a actuar, reemplazando el paradigma estratégico actual, que implica abandonar la adicción al petróleo y mover el foco desde energías generadas con combustibles fósiles a la energía proveniente de energías renovables. Ello pasa por hacer entender a la población en general de la necesidad de actuar.

Matko Koljatic. Miembro Titular del Centro de Cambio Global UC.

(Harish Kumar Jeswani, Walter Wehrmeyer & Yacob Mulugetta, How Warm is the Corporate Response to Climate Change? Evidence from Pakistan and the UK. Business Strategy and the Environment, 18, 46-60 (2008))