La comunidad de expertos en cambio climático siguió de cerca la recién finalizada carrera presidencial de los Estados Unidos. La preocupación era justificada: durante su campaña Donald Trump, el actual Presidente electo de los Estados Unidos, declaró en repetidas ocasiones su rechazo a las evidencias científicas que vinculan el cambio climático a las emisiones de gases de efecto invernadero, resultado principal del uso de combustibles fósiles. En sus palabras, el cambio climático es “una farsa…creada por y para los Chinos.” Además, en relación al reciente Acuerdo de Paris, Trump señaló que hará lo posible por no avanzar en la implementación de los compromisos establecidos por parte de Estados Unidos. Cabe recordar que este Acuerdo pretende limitar los incrementos de temperatura por debajo de 2°C, meta que se ha convenido como un nivel aceptable de perturbación del sistema climático, el cual generaría impactos a los que tendríamos una capacidad relativamente adecuada de adaptación.
Asimismo, Trump ha declarado que “salvarán la industria del carbón”. En su gobierno pretende terminar con las restricciones a las exploraciones para la explotación de recursos de petróleo y carbón, revitalizar minas a carbón, y en general, estimular la industria de explotación de combustibles fósiles. Así también, pretende eliminar el financiamiento a los programas de protección del clima y de estímulo al desarrollo de energías limpias. Estas medidas tendrían implicancias globales, si consideramos que Estados Unidos es el segundo país con mayores emisiones de gases que contribuyen al cambio climático, entorno a un 15% del total, y lidera la lista al considerar emisiones per cápita[1]. Los hechos son claros, el uso intensivo de combustibles fósiles por parte de economías como la estadounidense han llevado a que tengamos que lidiar con el cambio climático hoy. Una de las maneras para no agudizar este problema, es cambiando un modelo que hoy incentiva el uso del carbón, el gas, y el petróleo.
Si hay algo sobre lo cual científicos hemos llegado a consenso durante los últimos años, es que el equilibro en nuestro planeta es extremadamente frágil en relación al modo de actuar de la especie humana. Y tal vez el principal enemigo del planeta, y de nosotros mismos, es la falta de conciencia que tenemos sobre los efectos de corto y largo plazo de nuestros modos de vida. Las decisiones políticas y económicas que tomemos en los próximos 2 o 3 años pueden tener consecuencias devastadoras en el clima y los ecosistemas. Lamentablemente, el dióxido de carbono que ponemos en la atmósfera hoy, permanecerá ahí por cerca de 10.000 años[2]. Si Estados Unidos avanza en sintonía absoluta con los deseos de campaña del nuevo presidente es probable que en las próximas décadas seamos testigos de impactos catastróficos sobre el planeta, sin precedente en la historia de nuestra especie.
Hoy, la comunidad científica observa con perplejidad el resultado de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Hoy el mundo nos parece más global que nunca antes en la historia de la humanidad, y nos resulta difícil comprender como la decisión de menos de un 1% de la población mundial[3] pueda tener efectos tan profundos sobre lo que sucede en esta casa común que compartimos, nuestra “Tierra”. Sin embargo, hay que mantener la esperanza intacta; esperanza en la posibilidad de construir una ciudadanía más consciente y activa sobre la vida común; esperanza en que el debate permita un mayor entendimiento por parte de nuestros representantes políticos y de quienes cuentan con mayor poder económico; en fin, esperanza en la humanidad, en una ética posible del nosotros, y en una razón democrática que nos permita encontrar los medios para seguir avanzando hacia un futuro en que las metas y compromisos del Acuerdo de Paris sigan vivos.
[1] Estimación en base a datos del Banco Mundial (ata.worldbank.org/indicator/EN.ATM.CO2E.PC, acceso:09/11/2016)
[2] Atmospheric Lifetime of Fossil Fuel Carbon Dioxide. Archer D. et al., Annual Review of Earth and Planetary Sciences 37.1 (2009): 117.
[3] Estimación en base al número de votantes en favor de Donald Trump en relación al total de la población mundial.