Los sistemas de gestión del agua han sido diseñados y operados bajo el supuesto de estacionalidad. Esta hipótesis puede no ser válida en los escenarios de cambio climático. La disponibilidad de agua puede cambiar dramáticamente en algunos lugares debido, principalmente a los posibles impactos de los cambios en la temperatura y precipitación sobre el volumen del flujo y la estacionalidad, agregando presión a los sistemas de abastecimiento de agua. Se ha demostrado que las cuencas dominadas por la fusión de nieve son particularmente sensibles a tales cambios. Por lo tanto, los asentamientos humanos y las actividades económicas desarrolladas en esas zonas son particularmente vulnerables.