Las ciudades son hotspots del consumo de commodity, con implicaciones para los recursos hídricos locales y sistémicos. El agua fluye “virtualmente” hacia y desde las ciudades a través del extenso intercambio transfronterizo de bienes y servicios. Tanto las corrientes de agua virtuales como las reales se ven afectadas por las inversiones en abastecimiento de agua y las decisiones de planificación urbana, que influyen en el desarrollo residencial, comercial e industrial.