Diez años después de la firma del Acuerdo de París, se celebró en Belém, Brasil, la 30ª Conferencia de las Partes de la UNFCCC (COP30) desde el 10 al 21 de noviembre de 2025. Alrededor de 190 países se reunieron nuevamente para discutir, negociar y avanzar en torno a los desafíos del cambio climático, y no solo de manera simbólica, sino que buscando volver del compromiso a la acción, reafirmando el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas” establecido por la UNFCCC (2015). Las señales de urgencia son varias, el más reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advierte que, con las emisiones actuales y las políticas vigentes, el mundo se encamina hacia un calentamiento global de hasta 2,8 °C a lo largo del siglo (PNUMA, 2025a). Proyección que toma relevancia en un año en el que cada país parte del Acuerdo de París debía presentar la actualización de sus NDC, con avances concretos y metas más ambiciosas. Además, 2024 fue el primer año calendario en el que la temperatura media global superó los 1,5 °C por sobre niveles preindustriales (OMM, 2025), lo que ya se traduce en crecientes pérdidas, daños e impactos extremos. En este escenario, la presidencia de la COP30 planteó la necesidad de actuar con un sentido colectivo y comunitario, planteando así el término portugués “multirão”, originario de la lengua indígena tupi-guaraní, el cual evoca un esfuerzo conjunto en donde la gente trabaja unida con espíritu de comunidad (COP30, 2025a), un slogan que André Arantha Corrêa do Lago, presidente de la COP30, busco promover a lo largo de las dos semanas de cumbre. El resultado de la COP30, reflejado en el llamado Paquete Belém, representa un intento de transformar la urgencia en acción concreta. Entre sus 29 decisiones aprobadas por consenso figuran medidas para una transición justa, financiamiento para la adaptación, indicadores para evaluar avances en la Meta Global de Adaptación (MGA), equidad de género, y fortalecimiento de la cooperación internacional. Con ello, el Paquete Belém aspira a ser el primer paso de una década de cambios, impulsada por el “multirão global” para enfrentar la crisis climática.